Territorio Civale

escritora, periodista, nómade

Actitud López

En la muestra se presencia el exabrupto de tres conjugaciones: anarquía, democracia y política. En esta ocasión se convirtió en un director de cine que, a partir del soporte de su obra anterior, la va reconstruyendo desde otras perspectivas y dimensiones. Dirige la construcción pero no la ejecuta. A su lado magníficos artistas.

Por Cristina Civale

Gauchito Gil

Exceso, así se llama la muestra que acaba de inaugurar el fotógrafo Marcos López en la Galería Ruth Benzacar, por primera vez rompiendo la frontera de la fotografía e introduciéndose en la pintura, la instalación, el video y la escultura.

Por primera vez, también, López trabaja en colaboración con otros artistas y hace un recorrido por su obra “desde sus primeros retratos en blanco y negro, pasando por las distintas etapas de Pop Latino y Subrealismo criollo- hasta esta nueva perspectiva que suma nuevos soportes y sobre todo la corporeidad de la tercera dimensión. Pero, ¿cómo surgió la idea de Exceso?. Esto me cuenta López: ‘No pienso en los temas, ni los nombres. Las ideas me invaden, vienen… el exceso es real, es una necesidad corporal. Hay algo vital de este momento de mi vida, en el que hago una vida absolutamente familiar, ordenada, y me acuesto a las diez y media de la noche después de leerle un cuentito a mi hija, de ser un desbordado en mi obra artística. Estoy filmando dos películas en HD: un documental sobre el Ekeko y otro sobre el músico y poeta Ramón Ayala; además de pintar, hacer instalaciones, fotos, videoscon otros artistas. Es como que no me conformo con la foto fija. No me alcanza’.

Así es, ya no le alcanza, aunque como fotógrafo es uno de los más ilustres representantes de ese soporte de finales del siglo pasado y comienzos de este y habrá que esperar un poco a ver cómo encaja su obra en la historia de la fotografía universal, que seguramente le tiene reservado un capítulo junto a los grandes.

Uno de sus más conocidas fotografías, ‘El sireno’, emerge en esta muestra como una escultura, que espera convertirse en una fuente a ser emplazada en la Reserva Ecológica. La obra es de López pero no sólo de él, la realización de la escultura corresponde a la artista Elba Bairon, una vieja amiga del artista de los tumultuosos 80s, donde López solía hacer base en lo de la gran Liliana Maresca.

Aquí, en Exceso, López quiere hacer estallar el corset de la foto fija que ejecuta con excelencia e intenta emprender otro viaje, salir de ese corset y romper con el ego de ser un autor. ‘¿Gesto anarquista, gesto democrático, gesto político?’ se pregunta la crítica Natalia Brizuela. Y en Exceso vemos un poco de todo esto: el exabrupto de estas tres conjugaciones: anarquía, democracia y política.

López se convirtió en un director de orquesta o, como él prefiere decir, en un director de cine que, a partir del soporte de su obra anterior, la va reconstruyendo desde otras perspectivas y dimensiones. ͉l dirige la construcción pero no la ejecuta, no sabe. Me dice: ‘Yo no sé pintar en forma hiperrealista, entonces me busco un pintor que lo sabe hacer perfecto y le propongo: ‘¿Oye, me pintarías un cuadro, cuánto me cobras?’. Funciono como un director de cine o de teatro que hace una escenografía para su puesta en escena. Todo esto es un buen ejercicio para relativizar la idea del autor, del ego, de la obra por encargo. Creo que toda la gente con la que trabajé quedó contenta. Recibí mails de todos los artistas que invité a colaborar diciéndome que lo pasaron muy bien en la inauguración y que estaban contentos de haber trabajado conmigo. Yo también estoy feliz. También me gusta la idea de la no existencia del curador. Llevamos un montón de cosas en un taxi flete y las que entraron en la sala y las colgamos’. Una pena, sin embargo, que al menos en el día de la inauguración, las obras no llevasen los créditos correspondientes de los colaboradores, seguramente resultado del rush del montaje. Frente a una repisa que funciona como altar y donde se encuentran plantados como esculturas los íconos que López ha hecho famosos con su mirada particular “desde el ‘Gauchito Gil’ al Che Guevara-, la realizadora Yanina Moroni, colaboradora y realizadora en esta obra, se lamentaba de no ver su nombre pegado contra la pared, pero no demasiado. Todos parecen perdonar este desliz del rush del ‘genio’ López. Estos son sus colaboradores en Exceso: Elba Bairon, Paola Balario, Luis Gaspardo, Yanina Moroni y Miguel Valverde.

López trabajó con las directoras de arte que son staff permanente de su estudio, Nadia Kosowsky y la mencionada Yanina Moroni, ambas hicieron la dirección de arte de la muestra. Al equipo se sumaron Chechu Moziman, productora general del estudio, el retocador digital de todas sus fotos, Luis Gaspardo, también artista visual y escultor, realizador de la escultura del Mártir. Todos estos nombres me los facilita López.

En el recorrido de Exceso de puede comprobar lo que dice el curador Alejandro Castellote, autor de la introducción del libro sobre López que acaba de publicar Ediciones Riviere: ‘Suele decir Marcos López que su obra es hija ilegítima de Diego Rivera y Andy Warhol. Contiene el relato didáctico de la historia que emerge de los murales del primero y la elevación de lo popular y lo cotidiano a la categoría de arte que abanderó el segundo; pero en mi opinión aflora también el poso de la pintura religiosa, del barroco colonial como paradigma del sincretismo en el arte latinoamericano. De nuevo un canon impuesto y de nuevo un paradigma subvertido. En sus fotografías los arquetipos han sido sometidos a una suerte de piñata, como celebración amarga de un paraíso prometido que una y otra vez se confirma como estafa. En tanto que celebración se hacen visibles la estridencia, el exceso y la sátira, pero sus puestas en escena remiten a menudo al momento posterior a la fiesta: al crudo regreso a la realidad’.

Ahora López quiere pintar. ‘Tengo una necesidad visceral de pintar’ -me cuenta- Ahora la galería Clair de Munich está mostrando mis pinturas. Si las venden y me gano unos mangos, dejo de tomar fotos por un tiempo y me alquilo una casa en el Tigre y me dedico a pinta por un tiempito’.

Pero López no necesita de la mirada ajena y mucho menos de los cheques de otros para hacer lo que se le canta, por lo que seguramente en breve desaparecerá de la ciudad y se instalará junto a la vera de algún riacho del Delta con sus flamantes pinceles y cometerá algún delicioso exceso. Eso es actitud López.

Publicado en Asterisco, de ElArgentino

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