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Gauguin: El artista turista

Con esta exposición, la Tate Modern organiza la obra del artista para comprender su trayectoria con ayuda de artículos personales que nunca se habían mostrado, como sus cartas ilustradas, los cuadernos de apuntes, las memorias y los artículos periodísticos que revelan sus procesos de trabajo.
Gauguin, autoretrato

Jon Snow, del consejo de la Tate Modern de Londres, me manda un mail para avisarme que el jueves 30 será la inauguración privada de la gran muestra de Gauguin en el museo más visitado del Reino Unido, una de las atracciones turísticas más visitadas de la ciudad. Y no es que conozca a Snow, simplemente estoy inscripta al newsletter del museo y su política de marketing incluye mails personalizados escritos por quien sabe quién. Ya hacía un mes había recibido un correo personal supuestamente escrito por la curadora de la muestra, Belinda Thomson -historiadora del arte y destacada especialista en Gauguin- contándome de su entusiasmo por estar trabajando en ella. Quizá haya sido por esta política más la gran expectativa que trae esta retrospectiva del artista francés sobre quien hace 51 años no se exhibe obra en Londres, las que hicieron estallar las ventas anticipadas para visitar la muestra y convertirla, antes de su apertura, en el super evento del año en el mundo de las artes en Londres. No puedo ver las filas desde el puente de Calatrava frente al museo o las multitudes en el último piso, donde se ubica el restó con vista al Támesis, esperando una mesa libre para un almuerzo frugal de gourmeterie o un simple café luego de gozar la muestra. No lo veo pero lo intuyo. Es un clásico siempre que hay una gran muestra en la Tate de Londres y Gauguin, maker of a myth (Gauguin, creador de un mito) lo es.

La muestra, con sus 150 obras, intenta presentar a un personaje que vaya más allá del ícono masivamente conocido. Es decir el artista “pionero del postimpresionismo- que, con espíritu supuesto romántico viajó a Tahití para alejarse del encasillado mundo europeo y allí descubrió la sensualidad y los gozosos volúmenes de los cuerpos femeninos que no se cansó de retratar. Nadie duda en imaginar un cuerpo femenino en el medio de un paisaje tan frondoso como el cuerpo retratado cuando se dice la palabra ‘Gauguin’. Y es así como el artista creó su mito, era conciente que con su retirada a los mares del sur estaba dando un portazo pero también creando a un personaje y a un público capaz de consumirlo. Inspirado por la flora tropical, la fauna y la vida de Tahití, se fundió con la cultura del lugar y observó sus rituales y mitos, potenciando las obsesiones de su obra que ya, previo a este viaje que marcó su vida y su trabajo, implicaron la continuación de su tarea anterior en Bretaña, Martinica y Arles, en donde Gauguin inició su reflexión alrededor de la religión, la fábula, el mito y la tradición.

En la muestra de Londres, se puede apreciar mucho más que la parada tahitiana, sobre todo lo valioso de esta retrospectiva es cómo se narra de qué modo Gauguin va urdiendo su viaje y su relato.

Antes de ser pintor era un broker, dedicado a las actividades de la bolsa, trabajo para el que fue minuciosamente educado. Formó una familia con una pintora amateur, Mette Gad, y tuvo cinco hijos. Los comienzos de su obra como pintor, extrañamente a lo que el mito creado por el pintor permite recordar, están plagados de interiores que narran las tensiones de la vida doméstica.

Muchos de sus interiores “en colores pasteles, contrastadísimos con el estallido de color que provocó su viaje ‘exótico’- representan una reflexión sobre aspectos de la vida casera, donde se esconden dramas que se expresan en pequeños detalles o sutiles alusiones como en The litllte one is dreaming “La pequeña está soñando- donde una niña reposa en un diván y un juguete, más precisamente un payaso, generan una ruptura en el equilibrio aparente del cuadro y lo siembran de inquietud.

La aproximación de Gauguin a uno de los temas más explotados de su obra, la idea de lo femenino, cambió con el tiempo, tal como se demuestra en esta retrospectiva, y dio un giro absoluto desde el momento en que el artista decidió convertirse en un artista-turista.

Sus viajes a lugares exóticos “no hay que olvidar que pasó parte de su infancia y adolescencia en Perú- fueron realizados para poder conocer cómo se desarrollaba la vida en sociedades premodernas. En estos espacios fue donde logró prefigurar mujeres sin tiempo más que mujeres particulares, mujeres que nacieron de historias de cuentos tradicionales de cada una de las regiones que visitó, pero también de la Biblia y de la mitología clásica. Sin embargo, Gauguin se resistió a pintar muchas de las convenciones de la representación alegórica y en vez de idealizar la figura femenina eligió introducir elementos distorsionantes o grotescos. Su interés por el mito del llamado eterno femenino se relaciona sobre todo por la misma atracción que durante la misma época atravesaron los escritores simbolistas.

En la retrospectiva es muy destacado el apartado dedicado a la mujer imaginada por Gauguin y a sus personajes femeninos. Entre ellos se destaca Ondine, que parte de las observaciones de los relatos alemanes, la mujer sumergida en las olas del deseo y la infidelidad. Y ésta Ondine, mejor su idea, volverá en los retratos de mujeres que va a realizar en Tahití.

Eva, la mujer fatal por excelencia para la cultura occidental y cristiana, es presentada en el imaginario del artista con dos representaciones contrastantes. Las dos Evas de Gauguin luchan con distintos estereotipos: una yace acurrucada, como avergonazada de sí; la otra se alza orgullosa y desafiante. Una es la Eva caucásica, la otra es la Eva exótica. En la primera Eva había una serpiente; en la segunda, dado que en Tahití ese animal no existe, eligió la amenaza de la naturaleza como objeto de tentación y ‘pecado’.

Gauguin, forjador de un mito, presenta, además, toda la gama de soportes en los que trabajó el artista: pintura, grabado, acuarela, cerámica, tallas y objetos decorados. Junto a ellos se exhiben cartas, libros de apuntes, memorias y artículos de periodismo, que revelan sus ideas más íntimas sobre su trabajo y sobre su intrincado pensamiento sobre su propia producción.

La muestra podrá verse hasta el 9 de enero. Luego viajará a Washington, al Nacional Gallery of Art donde estará colgada hasta finales de junio de 2011. *

Publicado en Asterisco, de ElArgentino

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