Territorio Civale

escritora, periodista, nómade

Obsesiones luminosas: Schussheim en el Borges

Dos obsesiones atraviesan la nueva exposición que ofrece la artista visual, performer, vestuarista y escenógrafa Renata Schussheim, muy recordada por sus trabajos en colaboración con Charly García. Se trata de Fulguraciones, que tiene lugar en la cúpula y en la Plaza de las Artes del Centro Cultural Borges. Schussheim ofrece dos muestras en simultáneo que, en apariencia, no tendrían nada que las enlace más que su imaginario caprichoso.


Reproducciones tridimensionales de cuerpos femeninos en estado de flotación: perfectos, idénticos, con trajes de baño y con el pelo cubierto por gorros de látex. Mujeres sin panza, sin edad, con pechos pequeños; siluetas perfectas, como de modelos de pasarela, con labios pintados y pestañas postizas; flotan alrededor de la cúpula y obliga a quien mira a marearse girando para observarlas en su plenitud. Estas nadadoras que arman la serie de esculturas aletean, vuelan, dan brazadas congeladas y, atadas, simulan estar en una pileta, colgadas con hilos prácticamente invisibles. Ellas rozan la cúpula vidriada del Borges y se someten a los efectos de la luz/oscuridad que ofrece el día, proponiendo así distintas perspectivas visuales a cada hora a quien visite la muestra. Esos cuerpos que nadan le dan forma a la primera obsesión de la artista.


La segunda se refiere a su fascinación por los osos polares, que se traduce en una sucesión de fotografías monocromas intervenidas, originalmente encontradas en Internet: allí se puede ver a una seguidilla de personas, algunas disfrazadas, en forma de souvenires. Esos osos polares que en las fotografías son sujetos camuflados, efectivamente existieron. Fueron importados en Berlín en 1930 y despertaron la fascinación de los habitantes de la ciudad, que no dudaron en registrar el momento, seguramente para sus respectivos álbumes familiares. La intervención realizada por Schussheim en esta serie de fotos se percibe a través de la manipulación de la luz, que tuerce la planicie de las tomas originales, que aquí también son cambiadas de tamaño para hablar del fetichismo berlinés por los osos, el animal insignia de la ciudad.


«Nadar, volar, bailar o disfrazarse pueden ser diversas formas de la libertad. Presentar bajo la cúpula central de estas Galerías Pacífico escultóricas bailarinas que nadan en el aire o, en una de las principales salas de exposición, antiguas fotografías intervenidas de personas disfrazadas de osos junto a niños o familias, son algunos de los modos con los que Renata Schussheim decidió ejercer su libertad artística en esta exhibición. Nos encontramos ante una de las propuestas más inspiradas y extrañas de Renata. La instalación de la Plaza de las Artes y la exposición de fotografías son mundos tan disímiles que solo podrían cruzarse en sueños», explica sobre la muestra Ezequiel Grimson, director del Centro Cultural Borges, ese espacio de arte robado a un shopping e integrado mágicamente con él.
Las fulguraciones a las que alude el nombre de la exhibición parecen aludir al proceso creativo que despertó a Renata para armar esta muestra. Literalmente, «fulgurar» significa ser iluminado por una luz, o incluso podría querer decir, también, recibir en el cuerpo el efecto de un rayo. Ya sea una cosa o la otra, la fulgurada aquí es la artista que, desde sus obsesiones luminosas, nos regala estas dos muestras que intentó enlazar con la creación de tres esculturas que se plantan entre una y otra: dos nadadoras y un oso polar aparecen sentados en bancos en la sala donde se exhiben las fotografías, un espacio pegado a la cúpula y que se puede recorrer en perfecta continuidad. Obras bellas en sí pero que vuelven a parecer un nuevo y fabuloso capricho de Schussheim, que a esta altura de su frondosa y notable trayectoria podría prescindir de explicaciones racionales. Los «iluminados» tienen permiso para hacerlo todo. O casi.

Publicado originalmente en revista Acción

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