Territorio Civale

escritora, periodista, nómade

De Loof después de De Loof

Sergio de Loof, ícono visual efímero de los 90s menemistas es ahora recordado en un muestra que cuenta con una curaduría de excelencia de Lucrecia Palacios en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, que hace conocer su trabajo quizá con una impronta superior y ligeramente congelada a lo que fue su trabajo inspirado durante un breve periodo que abarcó finales de los años 80s y mediados de los 90s. Luego De Loof desapareció del mapa creativo y fue un recuerdo, una evocación reciclada como las mejores de sus creaciones.

Quienes somos contemporáneos a él, yo por ejemplo, agradeceremos siempre el espacio creado a finales de los 80s, en los albores de la democracia alfonsinista en San Telmo. El bar-aguantadero glam que se llamó Bolivia (mucho antes de Evo Morales) y fue eso: un bar comunitario, decorado con objetos obtenidos del Ejército de Salvación que él hacía lucir con un lujo trash inclusivo. Fue el primer espacio que creó redes comunitarias donde todxs podíamos sentirnos parte de una vida fabulosa comiendo polenta y tomando vino de damajuana. Ese solo espacio y esa única acción ya le merecerían a De Loof un lugar en la historia. ¿Quien dijo que hay que perpetuarse?

Gracias a esa creación única y honesta, fue convocado a formar parte de emprendimientos comerciales donde dejó su sello inconfundible como decorador y pensador: espacios que mezclaban basura reciclada con pretensiones de lujo, un lujo trash pero siempre con ese deseo de lujo pobre que no podía alcanzar las verdaderas marcas veneradas por falta de cash. Fue parte de emprendimiento inolvidables de la noche porteña menemista: Ave Porco, Morocco y El Dorado, del que fue un socio veloz despedido por lo dueños caretas inversores. Ellos saben quien son. No voy a nombrarlos.

Sergio también destacó como diseñador de vestuario hecho con basura. Un procedimiento que trató de repetir hasta hace  muy poco con magros resultado pero que en sus inicios fue todo una novedad, una provocación y un shock.

La muestra de El Moderno, plagada de espíritu carnavalesco, un espíritu que no tuvo su obra mientras sucedía, reconstruye con precisión y veneración la corta trayectoria de este creador genial cuya vida y obra hoy, salvo que aproveche este evento evocatorio, es un loop de más de lo mismo. Una estafa inocente: De Loof después de De Loof. Un hermoso recuerdo que ahora es la nada misma.

Hasta abril de 2020 en El Moderno de Buenos Aires.

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