Un trago, una cepa de vino se introducen en una historia y la definen.
La toxicidad y el drama de cada una de estas historias van más allá de las borracheras, en la vida y en la ficción, muletas o excusas que empañan escenarios despoblados de amor, pedidos de auxilio, la banalización de la felicidad y hasta su invento.
El desasosiego y del desamparo aparecen tras las cortinas alegres de las burbujas y los cócteles que se beben rápido, sin pensar en el sabor, sólo con el efecto ensordecedor que busca calma allí donde nunca la hay: en la vida misma.
Cuentos alcohólicos destapa, trago tras trago, cuento tras cuento, un mundo enrarecido tras la normalidad aparente de un séquito de mujeres que beben y beben, esperando encontrar en el alcohol la magia que les haga creer que la vida tiene una versión que merece ser contada.
Cuentos alcohólicos
Un trago, una cepa de vino se introducen en una historia y la definen.
La toxicidad y el drama de cada una de estas historias van más allá de las borracheras, en la vida y en la ficción, muletas o excusas que empañan escenarios despoblados de amor, pedidos de auxilio, la banalización de la felicidad y hasta su invento.
El desasosiego y del desamparo aparecen tras las cortinas alegres de las burbujas y los cócteles que se beben rápido, sin pensar en el sabor, sólo con el efecto ensordecedor que busca calma allí donde nunca la hay: en la vida misma.
Cuentos alcohólicos destapa, trago tras trago, cuento tras cuento, un mundo enrarecido tras la normalidad aparente de un séquito de mujeres que beben y beben, esperando encontrar en el alcohol la magia que les haga creer que la vida tiene una versión que merece ser contada.