Territorio Civale

escritora, periodista, nómade

Alejandro Vigilante: El Miguel Angel de Miami

Imitación de los héroes del arte pop, del cine, televisión, cómics y anuncios desde una réplica humorística. Una nueva ola que tiene la inteligencia como el principio subyacente en lugar de estímulos visuales sin sentido. No hay sustrato de la sociedad que sea inmune a sus ojos errantes.

I want again

El Michelangelo de Miami’ no nació en Liitle Havanna o Coral Gables. Es porteño, nació en 1964 y recién llegó a la ciudad más hispana de Estados Unidos en 1995, invitado a exhibir sus pinturas. ‘La pintura siempre fue para mí un modo de estar conectado con mi viejo “confiesa Alex Vigilante- que era pintor y murió cuando yo tenía 4 años’. Así es, Juan Vigilante descolló en los 60s con sus cuadros surrealistas que incluían catedrales góticas sumergidas en aguas oscuras. La obra de Alex, su hijo mayor, en un comienzo seguía los trazos de su padre y también en ella abundaban iglesias e inundaciones.

Mientras conversamos, al día siguiente de la exitosísima inauguración de su muestra más importante en Buenos Aires, en la Galería Mamán, llamada I-art is my movement, hacemos algunas menciones a su apellido. Aquí un ‘vigilante’, se sabe, no es un sustantivo auspicioso que refiera a una persona popular y querida; en cambio, me desasna Alex, en Estados Unidos, donde vive desde que se marchó hace 15 años, un vigilante es algo más parecido a un superhéroe. Mejor para él poder vivir sin el estigma de ese apellido.

Conocí a Vigilante porque hace como cuatro años se comunicó conmigo a partir del blog sobre artes visuales que administro desde hace más de cinco años, Civilización y Barbarie. Me comentó de su trabajo en Miami y me envío una serie de sus cuadros de la serie llamada E-mail is may art en la cual, pinturas de gran tamaño en blanco y negro, reproducían el mail de algún famoso con su rostro escribiéndole a otro famoso, siempre con unas líneas que mezclaban gag con pizcas de crueldad. Entre ellos, se destacaban el de Marilyn a Kennedy y el del Che a Fidel. Vigilante aprendió a partir de ese post que es muy difícil meterse con ciertas figuras y sacó de su serie para siempre el ‘correo’ del Che al Comandante. Debo decir que fue uno de los post más debatidos por aquellos tiempos y me dio mucha pena que nadie se fijara en la originalidad de la obra de Vigilante y que los ojos de quienes miraban se frenasen en una imagen icónica y se congelasen allí, sin pensar.

Vigilante no sabía si matarme o agradecerme, pero finalmente no hubo rencores y fui siguiendo con mucho placer el crecimiento de su obra. Esa idea astuta y superoriginal de convertir en pinturas al óleo de gran tamaño correos de famosos a otros famosos o al mundo entero, fue evolucionando con la llegada del color, la retroiluminación, el uso más sutil del lenguaje y una apuesta más fuerte al arte que al gag.

Desde que puso un pie en Miami, su vida dio un vuelco y un éxito inesperado comenzó a arrullarlo. Ya en la primera muestra realizada en el Art Convention Center de la ciudad, las reseñas destacaron sus obras todavía cargadas de la impronta paterna. Los millonarios de la ciudad amaron sus colores y empezaron a llamarlo para que llenara de arte sus techos, tal como hacía Michelangelo en el Renacimiento italiano. Primero fueron los directores de Smith Soniam, Patricia y Philip Frost. A Alex le tocó pintar un techo inmenso de su isla privada, la Star Island. La voz se corrió y Alex se encontró siendo un reputado artista decorativo que pintó los techos de, entre otras mansiones, de Shakira y los Stefan. Andy García lo llamó para hacer el arte de su película Modigliani pero finalmente no llegaron a un acuerdo, lo que no impidió que Vigilante le vendiera otras de sus obras. La bola del argentino que pinta techos como un renacentista llegó hasta New York y Alex también pintó los techos de Tiffany’s de la 5th Avenue hasta murales para el Marriot.

‘Si bien al principio esto de pasar a ser un pibe de Palermo a ser el pintor de techos de espacios prestigiosos me resultó halagador, llegó un momento en que me pudrí’, me confiesa Vigilante. ‘Yo quería hacer mi obra y estaba convirtiéndome sólo en un artista decorativo. Necesitaba hacer un cambio radical’.

Se encontraba en Nueva York cuando cayeron las Torres Gemelas en septiembre de 2011, la manera de comunicarse con su familia, fue a través del correo electrónico, muchos más correos electrónicos que de costumbre. A la vez, para el mismo tiempo, cuando pinta uno de sus último techos aplica la técnica de Robert Rauschemberg de ‘transfer images’ y ve en el MoMa la muestra The melody haunts my reverie del artista Kosuke Tsumura donde aplica desechos tecnológicos. De todo eso, hace un cóctel en su cabeza a partir del cual, como toda creación iluminada, nace la serie ya mencionada E-mail is may art. La evolución de esta serie ya lo lleva al I-art movement, como una modo radical de aplicar los procesos de comunicación de la red a sus obras y ya no dejarlo más. Elige íconos de Hollywood como el taxista interpretado por Robert de Niro en la famosa película de Scorsese (Taxi Driver), o al Sundance caracterizado por Robert Redford o al Scarface encarnado por Al Pacino hasta las más actuales Kete Moss mezcladas con Evita “la única argentina que escribe un mail por la mano de Vigilante- hasta los íconos imborrables de Audrey Hepburn en Desayuno en Tiffany’s y el Rebelde sin causa congelado en su juventud eterna por una muerte prematura.

El cruce entre cine y virtualidad ya es un sello de su obra y probablemente su éxito tenga que ver con que parece, aunque suene paradójico dado el soporte virtual que aplica, que revive a las estrellas antiguas o acerca a las estrellas intocables de hoy, las hace vivas, amigables, próximas: ellas nos están enviando un mail, a nosotros espectadores y la inevitable fascinación que cruza cholulaje con admiración por un arte novedoso es infalible. Más allá de lo que Vigilante puede controlar.

Debe ser por eso que no podía creer que la galería Mamán estallase de gente el día de la inauguración de su muestra: viejos amigos, totales desconocidos y posibles compradores se juntaron en un revoltijo de celebración y alegría. Hasta el mismo Mamán, dueño de la galería, confesó que la inauguración había sido la más concurrida desde la apertura del espacio.

Y Alejandro Vigilante todavía es aquí todavía un pequeño secreto para iniciados. Quizá sea hora de que deje de serlo.

Publicado en Asterisco, de ElArgentino

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