Territorio Civale

escritora, periodista, nómade

Buenos Aires de noche

Publicado en Revista Noticias, 4 de junio 2011

Circuitos y movidas que marcaron la primera década del siglo, tal como los describe el libro ‘Las mil y una noches’, una historia de la vida nocturna porteña.

El primer año del siglo XXI nos propone mucha, pero mucha fiesta. La movida electrónica toma protagonismo. El éxtasis y el agua mineral invaden las discotecas, las raves y los festivales. Las nuevas fiestas convocan a cientos y hasta miles de personas que empiezan a seguir a los diferentes DJs, quienes pasan a ser las estrellas de cada evento. Ya no se va a un lugar, se sigue a quien toca. La movida se deslocaliza y se personaliza en la estrella máxima que consagra la época: el DJ.

Pachá, Mint y Museum son los sitios más grandes, los que más convocan y donde la gente baila hasta la mañana. Los teléfonos celulares aparecen masivamente y suele verse gente dentro de las discotecas, hablando con otros en el mismo lugar, preguntándose: ‘¿Dónde estás?’.

Si bien todas las discos entran en el mercado con cartel internacional y un exhaustivo trabajo de relaciones públicas, nunca consiguen robarle a Pachá el liderazgo en los charts. Como en la Bombonera, la disco ‘late’ hasta cuando no hay nadie.

Es toda una nueva era. Las ganancias, y solo ellas, dominan la escena oscura de las nuevas noches que están por venir. En la misma Costanera Norte, en Sarmiento y el río, Mint trata de hacerle sombra a Pachá. Por su parte, Museum se alza como un lugar imponente en San Telmo y se ubica en un edificio histórico. Su arquitectura ha sido diseñada en 1903 por Gustave Eiffel, el mismo de la torre parisina.

Niceto Club es quizá el espacio que hace un contrapunto con Pachá, con otras propuestas, con otra música y otro público. Si algo queda de mística, entre los espacios gigantes, solo se puede encontrar en Niceto Club. Los DJs más representativos que pasan por el lugar en esta nueva etapa son Zuker, los Spitfire, Facu Carri, Romina Cohn, Fabián Dellamonica, Camila Díaz, Santiago Fos, Nico Dumont y reciben las visitas de Ian Pooley, Del Costa, Jason Jollins y del genial Larry Tee con Billie Ray Martin.

El 2001. El mundo se viene abajo, pero los músicos se empecinan en llevar un poco de alegría a los corazones de un pueblo que se desangra y ve opacar su futuro. Se mezclan en la oferta nocturna los shows de viejos músicos con los nuevos. Así, por ejemplo en octubre del 2001, tocan desde Divina Gloria, Super Ratones, Jóvenes Pordioseros, Memphis La Blusera, hasta Karamelo Santo, La Chiringa, Intoxicados, Superhéroes, Pángaro & Baccarat, Resistencia Suburbana, Fun People, entre otros tantos. Los Babasónicos arrasan con su vinilo Jessico y ͉rica García descuella con Positiva.

La bailanta crece con quienes vienen del conurbano antes de que el mundo se caiga y continúa como una movida que empieza a afianzarse en los »90. Capas sociales que no tienen protagonismo en la vida nocturna también pelean por su espacio en la ciudad. Metrópolis y Fantástico son las megadiscos que lideran la movida. Luces láser, cerveza barata y vendedores ambulantes que ofrecen panchos en la disco. Las chicas usan minis apretadas, calzas de colores, escotes pronunciados con remeras bien ceñidas al cuerpo. No importa la figura perfecta. El rollo es bello.

La cumbia rapera moviliza a los jóvenes de los barrios más marginales que se visten como los rappers de los Estados Unidos: ropa ancha, remeras deportivas, tatuajes, cadenas, y hasta mezclan los pasos de baile ‘cumbieros’ con el breakdance. A esto se suma el reggaeton que comienza con el tema Gasolina.

Por el tipo de cambio favorable, a partir del 2002, comienzan a llegar a Buenos Aires multitudes de extranjeros. El hostel, que como propuesta hotelera no había sido muy popular en nuestra ciudad, se pone de moda. La confitería Ideal, el templo del té con masas de las tías en Suipacha 380, también encara fiestas electrónicas con opciones de estilo. En planta baja, retro; en primer piso, house. Son un exitazo.

La rotation electrónica trasciende Pachá y llega a El Divino de la Costanera, al legendario after El K2, a Mint y a Big One. La última noche del 2002 se realiza en el Planetario una rave gratuita que convoca multitudes. El Panteón “el after de Avenida de Mayo al 900“ y El K2 “el after de Viamonte y Suipacha“ resurgen brevemente entre el 2001 y el 2002. Más que para bailar, los ‘clubbers’ van para alargar la noche hasta la una del mediodía. Nace Casa Brandon, el primer sitio para chicas lesbianas, bajo el lema de ‘orgullo lesbos’. La idea de club caracteriza a Casa Brandon y es, sin duda, uno de sus mayores aciertos.

Raves y bandas. Creamfields, la fiesta electrónica por excelencia, se instala en Buenos Aires en el 2001. Tiene un éxito multitudinario a pesar de que el país ya teje una de sus mayores crisis económicas. Llueve muchísimo durante esos días de noviembre. La fiesta se hace en el Hipódromo de San Isidro y asisten 18 000 personas. Tocan Paul Oakenfold, Dave Seaman, Howie B, Layo & Bushwacka!, Satoshi Tomiie, Danny Rampling, Circulation, Hernán Cattaneo, el niño mimado de Gontad, y Way Out West. Creamfields se convierte en el primer festival de exportación de la era global. Además de Argentina, llega a Brasil, Chile, Polonia, República Checa, Irlanda, Turquía, España, Portugal y Rusia, organizado por productores locales. En el 2005, bate récords de convocatoria una vez más, superando tanto a las ediciones anteriores como a sus equivalentes globales. Así Buenos Aires pasa a convertirse en la capital latina “algunos arriesgan ‘mundial’“ de la música electrónica.

El mismo año que Néstor Kirchner llega a la presidencia derrotando a un ensordecido Carlos Menem, la banda Miranda! estalla. Corre el 2003 y se ve venir que el mundo del rock necesita unos aires más leves. Es un grupo divertido, sin vueltas, desprejuiciado, liviano y atrevido por su ambigͼedad sexual.

Pero no todo fue Miranda! en ese año que no sabía que estaba en tiempo de descuento de la alegría. Pachá sigue en el número uno los sábados haciendo la fiesta Clubland y compite con Palacio Alsina, en Alsina 940, con las fiestas Big One. El Club Kika, en Honduras al 5500, se pone de moda. Allí toca Romina Cohn los viernes. Julio Fernández y Gaby ́lvarez se turnan en la organización de las fiestas que se suceden en la disco de nombre almodovariano. 2004 es el año de las fiestas de varios días, masivas, con bandas de aquí y de allá. Vuelve el pogo. Muchas ya ni siquiera piensan con imaginación en un nombre, directamente toman el del main sponsor. Pero las fiestas se terminan sobre el borde de fin de año con una mezcla rancia de humo y muerte.

Después de Cromañon. Según Diego Catón, el abogado de Niceto, El Podestá y Salón Pueyrredón: ‘Después de Cromañón la noche se convirtió en una de las actividades más reguladas. En el momento inmediato posterior a Cromañón, los inspectores se transformaron en talibanes, metafóricamente hablando. Salían a clausurar y cualquier cuestión, por pequeña que fuese, era motivo para una clausura’.

Durante los tres días de duelo, impuestos por un decreto de carácter imperativo, las banderas permanecen a media asta y no se pueden realizar actividades que incluyan bailes y otras actividades festivas tales como espectáculos musicales y recitales. El primer espacio en abrir es Niceto Club, que está cerrado solo tres meses luego de un verano en el que la gente deambula sin saber adónde ir. También reabre Kim y Novak, el club con espíritu independiente de la esquina de Fitz Roy y Gͼemes, que se había inaugurado en septiembre del 2004. ‘Kimi’ es gay friendly, hetero friendly, freak friendly, trans friendly, humano y mascota friendly. Kimi, como lo llaman sus clubbers, se puede dar el lujo de decir que absolutamente todo ‘animal’ de la noche, alguna vez al menos, usó alguno de sus dos baños.

El Dorado, Podestá, Cemento, Buenos Aires News, Sarajevo, Oliverio Allways, Jazz y Blues, The Road, Betty Blues, Fin del Mundo, Samovar de Rasputín, Notorious, El Especial, Cocoliche, Kika, Belushi, Voodoo, empiezan a abrir y a luchar con las inspecciones. Durante todo el 2005, los empresarios de la noche tienen que hacer cambios en sus establecimientos. Poner salidas de emergencia, contratar personal de seguridad, tramitar muchísimos permisos, hacer baños para personas discapacitadas y, aun así, sufren clausuras, ya que los inspectores siempre encuentran alguna contravención más.

Circuitos. A principios del nuevo siglo, todos los días hay algo para hacer. Un circuito más o menos alternativo podría armarse así:

Lunes, La Cigale, 25 de Mayo 722. Martes, Bahrein, la inmensa disco de Lavalle 345. Miércoles, Rumi, en Figueroa Alcorta 6442. Jueves, la mejor opción es Club 69, en Niceto Club o el Club Aráoz (Aráoz 2424) con sus Fiestas Lost. Viernes, Le Click, en Rivadavia 1910. Sábado, Asia de Cuba, el lugar pionero y más famoso de Puerto Madero, ubicado en Pierina Dealessi 750: electrónica, algún que otro clásico de los »80, algún tema de corte rockero y algo de rap.

El tango que había empezado a florecer a finales de los »90 con la proliferación de las milongas tiene ya un circuito totalmente montado cada día de la semana. Seguidores vernáculos y turistas arman una tribu que se va cruzando de bailongo en bailongo.

La música producida en los bordes de un río ancho se cruza con una corriente musical nacida en azul Caribe que ha desembarcado recientemente en Buenos Aires de la mano de los inmigrantes dominicanos: el reggaeton. Es un ritmo influido por el hip hop. Nace en fiestas en las que el DJ pinchaba la cara B instrumental de los vinilos de reggae poniéndolos a 45 rpm en lugar de a 33, haciéndolos de esta manera más movidos para bailarlos.

El templo porteño se llama Big Flow y se planta en la calle Sarandí al 1300. Aquí se menea el auténtico ‘perreo’, el baile también conocido como ‘tener sexo con ropa’, o como canta un reggaetonero: ‘Rascar el suelo con la batidora’. En Big Flow hay que subir un par de escalones y abonar 20 pesos.

Muchos miran una pantalla donde se transmiten videos y música de Daddy Yankee, Marc Anthony, Wisin y Yandel y Los Benjamins, entre otras figuras del reggaeton, las bachatas, la salsa y la música caribeña en general. La fiesta empieza tarde, después de las 3 am, ‘antes es inútil’. Pero a la madrugada la disco estalla. Baile y perreo una y otra vez. Mujeres de tacos y shorts, hombros descubiertos, brillo, cinturas inventadas por un cinturón. Mucha piel en ropa estrecha. En cambio ellos, remeras XL o musculosas apretadas, pantalones claritos a cuadrillé. Dicen que el rap y el hip hop son los responsables de generar el reggaeton, en el año 2000, y la industria discográfica, la culpable de degenerarlo. El reggaeton es mucho macho. Puro macho. Mujeres inclinadas a merced de los hombres para darles el gusto.

El perreo por ahora es un show al que pocos porteños se atreven. Todavía no. Quizá no falte mucho para que se deslicen en la pista y sean parte de su propio show. ¿El reggaeton también habrá venido para quedarse? Finalizando la década es muy pronto para arriesgar algún tipo de respuesta.

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